Segunda parte de «Cómo aplicar la teoría de las Inteligencias Múltiples a la enseñanza de las matemáticas», aquí puedes leer la primera parte.
Aplicación de la teoría de las Inteligencias Múltiples a la enseñanza
Partiendo de la idea de que es totalmente imposible que una persona tenga un solo tipo de inteligencia, lo que nos encontramos es que cada uno de nosotros tiene una combinación de las ocho inteligencias descritas por Gardner. Es decir, cada individuo posee todas las inteligencias, como mínimo en su nivel básico, independientemente de la educación y del apoyo cultural.
En palabras de Gardner “el objetivo de la escuela debería ser el de desarrollar las inteligencias y ayudar a las personas a alcanzar sus fines vocacionales y aficiones que se adecuen a su particular espectro de inteligencia.” Él defiende una escuela centrada en el individuo ya que no todos aprendemos de la misma forma. Le preocupan especialmente los niños que no brillan en los tests estadarizados e insiste en que si no identificamos el talento de una persona corremos el riesgo de bloquear sus capacidades.
Cuál es el crecimiento natural de una inteligencia
La trayectoria evolutiva natural de una inteligencia comienza con una «habilidad modeladora en bruto«, es decir, una inteligencia que puede estar presente ya desde el primer año de vida pero que está por desarrollar. A medida que la persona crece esta inteligencia se mostrará a través de un sistema simbólico. En esta segunda fase los niños demuestran sus habilidades en las diversas inteligencias a través de la adquisición que hacen de los diversos sistemas simbólicos. mediante un sistema notacional. Por ejemplo, en matemáticas un niño ya desde pequeño puede mostrar interés por los números, las formas o los juegos lógicos (habilidad modeladora en bruto) y a medida que crece irá mostrando su interés y destreza en la adquisición del lenguaje matemático escrito (sistema simbólico).
Hay que destacar que no todas las inteligencias se desarrollan precozmente, hay algunas como la inteligencia matemática o la musical que se muestran muy tempranamente y otras como la intrapersonal que tardan más en manifestarse.
Finalmente, durante la adolescencia y la edad adulta las inteligencias se expresan a través de las carreras vocacionales y aficiones.
Quiero destacar que cuando hablo de desarrollar una inteligencia no estoy diciendo que sea necesario que todas las personas sean excepcionales en un tipo de inteligencia. Aquí no se busca que cada uno de nuestros alumnos o de nuestros hijos sean unos genios en un ámbito sino que nuestro objetivo debería ser crear las condiciones necesarias para expandir la inteligencia o inteligencias más sobresalientes en ellos.
En el otro lado de la balanza, también nos podemos encontrar con que muchas personas tienen poco desarrollada una inteligencia especialmente necesaria para, por ejemplo, adquirir competencias básicas para la vida y si no se les ayuda especialmente fracasaran en las tareas que implican dicha inteligencia.
Son dos caras de la misma moneda: debemos ayudar a desarrollar la inteligencia más destacada y debemos preocuparnos de mejorar la inteligencia más débil.
Implicaciones que tiene la trayectoria evolutiva para la educación
En ocasiones, en las primeras edades puede suceder lo que Gardner denomina una «experiencia cristalizadora», que es un momento donde el individuo reacciona abiertamente a una característica atractiva de una cierta especialidad, sufre una fuerte reacción afectiva, siente una especial afinidad respecto a ella. Es el caso de un niño que entra en contacto con un instrumento musical y quiere aprender a tocarlo con una ilusión y persistencia excepcional.
Con mis hijos, he podido presenciar esas experiencias aunque no tuvieron lugar en las primeras edades pero creo que los ejemplos ilustran bien lo que quiere decir una «experiencia cristalizadora». En los dos casos mis hijos estuvieron expuestos por igual a dichas experiencias pero cada uno de ellos tuvo una reacción diferente.
«En casa teníamos varias cajas grandes de Lego que un vecina nos había regalado porque su hijo ya era mayor y no jugaba con ellas, sin embargo mis hijos apenas jugaban con ellas, era un juego arrinconado. Un día recibimos la visita de una familia que estaba haciendo una ruta por nuestra zona y su hijo de 13 años se quedó a pasar todo el día con nosotros. Cuando vio la cantidad de piezas de Lego que teníamos se le iluminó la cara y se puso a jugar con mis hijos. Pasaron horas y horas jugando, solo parando para comer. Después de aquel día nunca más volvimos a ver aquella familia pero el juego de mis hijos, sobre todo del mayor cambió para siempre. Ellos se educaban en casa por lo que disponían de mucho tiempo libre que, casi en exclusiva, lo dedicaban a jugar con Lego. Construían casas, ciudades, campos de fútbol, escenarios de conciertos de rock,… Aún con 16 años, mi hijo seguía pidiendo una caja de Lego por su cumpleaños.
Según fue creciendo siguió construyendo pero ahora ya cosas reales de lo más variopintas.
Sé de la importancia del juego y de las excelentes oportunidades que el Lego proporciona a los niños para desarrollar muchas capacidades pero tampoco vi una correlación con ninguna otra actividad permanente de él. Sin embargo, cuando empezó Bachillerato desde el primer momento sufrió un flechazo con la asignatura de dibujo técnico. Le encantaba y se le daba muy bien. Hoy es ingeniero en diseño industrial y desarrollo de productos.
Para mí, aquella visita fue una experiencia cristalizadora para él: descubrió una pasión por diseñar y construir.
Mi segundo relato se refiere a mi hija.
Cuando tenía 10 años y su hermano 13 asistimos durante unos días a un encuentro de familias. Había muchas actividades y los niños participaban libremente de ellas sin la presencia constante de los adultos, incluso ellos mismos las organizaban.
Una de las actividades era un campeonato de ajedrez en el que se inscribieron 16 niños. El desarrollo del torneo se efectuaba con enfrentamientos eliminatorios (aclaro que es algo inusual organizar un torneo de ajedrez así): inicialmente había ocho parejas y los respectivos ganadores de cada enfrentamiento pasaban a la siguiente ronda. Así, hasta que al final solo quedaron dos niños que para mi sorpresa resultaron ser mis hijos. ¡Yo desconocía que mis hijos supieran mover las piezas de ajedrez!
Por cuestiones organizativas la final no se llegó a disputar por lo que mi hija volvió muy enfadada a casa donde claro está, celebramos la gran final. Ganó él.
En los días siguientes a nuestra vuelta del encuentro, mi hija solo quería jugar a ajedrez. Mi marido que había sido aficionado muchos años atrás, jugaba una y otra vez con ella.
Un día nos pidió que por favor le apuntáramos a clases de ajedrez. Era la primera vez en su vida que nos pedía clases. Vivíamos en una población muy pequeña y cada sábado teníamos que desplazarnos a las 15:30h para que ella y su hermano asistieran a las clases de ajedrez que ofrecía el alcalde de un pueblo a 30 km del nuestro. Ese fue el inicio de la que es su gran pasión: el ajedrez.
A los 11 años empezó a competir en un deporte donde la mayoría de niños habían comenzado con 7 u 8 años y tuvo una progresión increíblemente rápida. Ahora con 23 años ha sido nueve veces campeona de España en diversas categorías, incluida la absoluta, subcampeona de Europa en categoría sub16, medalla de bronce en el campeonato de Europa sub18 y es miembro de la selección española femenina.
Aquel torneo fue una experiencia cristalizadora que cambió el rumbo de su vida.
Es crucial proporcionar un entorno rico en estímulos en los primeros años, desde el nacimiento y hasta los 12 años. Y además, en esa etapa los niños todavía no necesitan un sistema notacional.
Mi hijo no necesitaba tener fundamentos técnicos de construcción. Mi hija inicialmente no necesitaba conocer la notación ajedrecista para desarrollar sus talentos. La enseñanza explícita del sistema notacional, adecuada para los niños mayores, es muy poco adecuada para los más jóvenes.
Los estudiantes se benefician de la enseñanza explícita sólo si la información o el entrenamiento ocupan su lugar específico en la progresión evolutiva. Y yo he podido comprobar como son ellos los que lo piden. Mi hija lee libros, estudia tácticas y estrategias, ve vídeos y discute con otros ajedrecistas y todo ello sin que nosotros le hayamos dicho qué tiene que hacer, ella sabe que lo necesita para progresar.
Una gran necesidad: evaluar
Lo cierto es que si hablamos de materias escolares, algunas estarán más relacionadas con unas inteligencias que otra. Y dependiendo de la metodología que usemos estaremos aludiendo a una o a muchas inteligencias. Unas matemáticas escolares impartidas de una forma «clásica» con libro de texto, listas de ejercicios y exámenes implicaran la inteligencia lógico-matemática y en un segundo plano la inteligencia lingüística. Los niños que tengan poco desarrolladas estas inteligencias se encontrarán con dificultades. Solo si le damos otro enfoque a la enseñanza de las matemáticas podremos “llegar” a los niños en los que predominan otro tipo de inteligencia.
En esta propuesta pedagógica debemos investigar el perfil de inteligencias de cada alumno o como mínimo debemos diversificar nuestros planteamientos
El como hacer un test para saber qué tipo de inteligencias predomina en un niño no es sencillo. Podemos exponerle a una película con estímulos diferentes y mediante al diálogo descubrir que le ha impresionado más o proponerle diferentes actividades en una habitación y medir cuánto tiempo está en cada actividad.
Estas pruebas dependerán de los materiales, el equipamiento, las entrevistas,…por lo que no debemos obsesionarnos con ellas. Creo que la exposición a diferentes estímulos (nunca abarcaremos todos) es la mejor forma de ir conociendo a un niño, siendo lo fundamental la observación directa de sus gustos, sus inclinaciones o sus aficiones así como de la persistencia y pasión que demuestran en ellos.
Con esta evaluación se podría sugerir a padres, maestros o a los propios niños del tipo de actividades más favorables para ellos.
Ejemplo de cómo programar un contenido curricular en base a las inteligencias múltiples
Gardner subraya que una inteligencia puede servir tanto de contenido de enseñanza como de medio empleado para comunicar este contenido.
Supongamos que un niño está aprendiendo algún principio matemático pero no está dotado para la inteligencia lógico-matemática. Este niño experimenetará probablemente algunas dificultades durante el proceso de aprendizaje. La razón de la dificultad es inmediata: el principio matemático que debe aprenderse (el contenido) existe únicamente en el mundo lógico-matemático y debería comunicarse a través de las matemáticas (el medio). Es decir, que el principio matemático no puede traducirse completamente a palabras (un medio lingüístico) o a modelos espaciales (un medio espacial). Es justamente en este nivel donde el alumno de matemáticas experimenta dificultades: el alumno (que no es especialmente «matemático») y el problema (que es muy «matemático») no coinciden. Las matemáticas, como medio, han fallado.
¿Qué soluciones tenemos?
El profesor debe intentar encontrar una ruta alternativa al contenido matemático, una metáfora en otro medio. El lenguaje es quizá la alternativa más obvia, pero la modelización espacial e incluso una metáfora cinético-corporal pueden llegar a ser adecuadas en algunos casos. De esta manera, se le da al estudiante un camino secundario a la solución del problema, tal vez por medio de una inteligencia que resulta ventajosa para el individuo en cuestión.
Dos observaciones:
- La vía secundaria siempre es una metáfora o traducción. No se trata de matemáticas en sí mismas y en algún momento, el alumno debe hacer la traducción inversa al terreno de las matemáticas.
- La ruta alternativa no tiene el éxito garantizado. A medida que el aprendizaje se hace más complejo, la posibilidad de que exista una buena traducción disminuye y no siempre conseguiremos el objetivo que nos planteemos, sobre todo si este es a corto plazo o muy específico.
Recursos y materiales para el aula de matemáticas según las inteligencias múltiples
He elaborado un cuadro donde en una columna indico recursos que se podrían usar según la inteligencia que queramos potenciar, en otra columna están los materiales que creo que se deberían tener en un aula (o en casa). No están todas las actividades o propuestas que se pueden hacer, seguramente tú podrás encontrar otras muchas pero creo que puede ser un buen comienzo.
La última columna está reservada al concepto o contenido matemático que se quiere introducir o repasar y a la luz de cada inteligencia qué materiales o recursos se van a usar. Yo he hecho un ejemplo: el concepto de la decena.
Espero que te sea útil y espero en comentarios tu opinión o tus dudas.
A continuación tienes dos descargables: un PDF el primero tiene un formato grande y el segundo es más pequeño y además tiene un cuadro en blanco y negro con la última columna en blanco para que la personalices con tus contenidos.
¿Conoces las críticas a la teoría de las inteligencias múltiples?
http://efectomcguffin.blogspot.com.es/2015/07/pseudociencia-en-la-escuela-3-las.html